14 de Marzo
La primera imagen que vi tras el estado de alarma decretado por el gobierno debido a la crisis del coronavirus
Era la imagen que nos daba de bruces con la realidad, que en cierto modo aun estábamos esquivando.
15 de Marzo
Autopista A6 dirección La Coruña a su paso por Collado Villalba
Haciendo ejercicio durante el Estado de Alarma declarado en España
La plaza de Callao bajo el Hashtag #Yomequedoencasa
Se decretó el cierre masivo de comercios duante la declaración del Estado de Alarma en el país, permaneciendo solo abiertos aquellos destinados a la venta de produtos de primera necesidad, como las farmacias y los supermercados, entre otros
Un apropiado cartel de la obra de Ghost en un teatro de Gran vía
Un poster en referencia al Coronavirus en una tienda de recuerdos turísticos
Un hombre pasea por una calle del centro de Madrid
Dos policias advirtiendo a unos cuidadanos sobre la obligatoriedad de permanecer en casa bajo confinamiento
A continuación tres imágenes del Paseo de la Castellana sin tráfico
18 de Marzo
Un dibujo de mi hija representando el Coronavirus
A los pocos días de declararse el estado de alarma explicamos a nuestros hijos de 6 años lo que estaba pasando. Resulta envidiable la mirada de un/a niño/a. Para ell@s no existen los problemas, solo existen circunstancias a las cuales hay que adaptarse, sin mayores trascendencias.
Y una imagen personal representando al Coronavirus
25 de Marzo
Linea temporal de sentimientos y actos
Indolencia Atención Sorpresa Preocupación
Shock
Evasión Angustia Aceptación Solidaridad
Empatía
Socialización Exaltación Agotamiento Rutina
Creatividad
Incertidumbre Paciencia
Evasión
Evasión
Evasión
27 de Marzo
Así es como veo el Yelmo de la Pedriza, en la lejanía, tras la valla de mi casa. Pero cuando esto acabé allí seguirá, esperando. Echamos en falta cuando no podemos tener.
27 de Marzo
Mi Madre
Se partió un hueso de la muñeca y la operaron dos días antes de la declaración del Estado de Alarma. Tras la operación nos emplazaron a volver el día 27 de marzo, para revisar la evolución. A medida que la situación iba empeorando y se iba acercando el día me llegaban noticias sobre anulaciones de citas médicas, llamé al hospital y nos dijeron que probablemente la anularían, mi madre se encontraba bien y tomó esa noticia con alegría, yo también, con esta situación acudir a la cita nos parecía ir a la boca del lobo.
Pero el día antes nos llamaron y nos dijeron que teníamos que ir. Esa noche apenas dormí, revisando todas las circunstancias con las que nos podríamos encontrar y como remediarlas, también vislumbré los escenarios posteriores, algunos muy complicados, mi madre tiene 72 años y mi padre 88, no podía existir el mínimo riesgo.
Iba a ser una revisión larga, lo suficiente para llevar a mi madre a la consulta y bajar a la calle a hacer fotos, para recogerla después, me parecía, pese a todo, una oportunidad buena, a mi madre también. Pero a la mañana siguiente, cuando la recogí, estaba pálida, asustada, muy indefensa y vulnerable, ante esta situación descarté de inmediato hacer fotos, aunque ella insistió en que aprovechase la oportunidad.
La visita y el paseo dentro del hospital se nos hizo eterna, había un pasillo con pacientes del Covid_19 y nos dijeron que teníamos que hacer un rodeo, para no exponernos, ya sabemos como puede ser de laberíntico un hospital.
A la hora estábamos fuera, la revisión fue positiva y lo habíamos hecho todo bien, pero el agotamiento emocional fue muy grande. Esa tarde no paré de darle vueltas a toda la visita, los movimientos, el modo de actuar, de quitarnos la máscara y los guantes, pero llegó un momento en el que paré de pensar, es imposible controlar todas la situaciones al 100% y además, ya estaba todo hecho. Le hice estas dos fotos, que indudablemente serán un recuerdo muy importante cuando acabe todo esto.
29 de Marzo
Las videoconferencias se han convertido en una herramienta esencial durante la cuarentena, no solo están facilitando el contacto con amigos y familiares, también están enriqueciendo la cercanía entre las personas y la profundidad en las conversaciones, resultó irónico que en una de las que he mantenido en esta última semana contacté con una amiga que está en Alemania y con la que no tenía contacto hace casi un año.
2 de abril
Si el día no es bueno, se camina
La percepción del tiempo es confusa, abstracta, los días pasan rápido, pero se hacen eternos, algunas mañanas me pellizco al abrir los ojos, espero despertar de un mal sueño, llega el sol, pero no le doy la bienvenida, mi mente quiere que pase otro día, que la nube se disipe, me levanto y esquivo de nuevo la realidad, hago fotos, caminamos.
Veo a mi hija dormida y pienso en qué mundo le tocará vivir.
Recuerdo una entrevista del humanista y gran ser humano Jose Luís Sampedro en la que decía que el “Verdadero cáncer de la sociedad es la pérdida de valores”, una frase tan sencilla de entender como rotundamente cierta y profunda.
En realidad, tal y como lo veo, el Coronavirus ha sido una señal de alarma más alta de las que venimos recibiendo hace años, si no décadas, que hemos evitado con mucha habilidad, a través de la anestesia emocional y de la indolencia, de la protección que nos proporciona ser habitantes del primer mundo, pocas personas verdaderamente son activistas, desde luego su actitud es ejemplar.
Pero esas señales llevan ahí mucho tiempo, se nos vienen presentando de muchos modos, el Coronavirus ha rebosado un vaso que ya estaba rebosado hace mucho. Esta sociedad no funciona, el sistema no funciona, está podrido de base, guerras, fanatismo, intolerancia, desigualdad, pobreza, hambre, persecución, podría seguir mucho más. Muchas de esas tragedias no nos afectan desde nuestra burbuja occidental, están lejos, hasta ahora que nos ha tocado, entonces parece que despertamos, resulta cínico, somos vulnerables y en ese momento despertamos.
Oigo y leo muchas reflexiones que arengan a ese cambio de sistema, unos, los más idealistas, hablan de un giro global, del fin del capitalismo y demás razonamientos, los más sensatos hablan de un giro individual. Yo desde luego no tengo la respuesta y a la vez si la tengo, pero ese cambio individual da tanto vértigo que resulta inabarcable en sus posibles actos y, sobre todo, en sus consecuencias.
Según la R.A.E. en una de sus acepciones, define la Revolución como un “Cambio rápido y profundo en cualquier cosa”, mucha tela, hay que ser muy valiente, yo no creo que lo sea.
¿Entonces? Pues pondría la mano en el fuego al decir que en líneas generales cuando la Crisis del Coronavirus acabe la sociedad y los individuos volveremos al estado de indolencia y anestesia emocional, muchos de los motivos serán muy lícitos, indiscutibles, tenemos que seguir con nuestra vida, ganar dinero para subsistir, muy lógico todo. No va a haber una revolución global, aunque debería, porque no decirlo. Sí que espero que a nivel individual (empezando por mí) haya cambios pero ¿Cómo pueden esos cambios alterar un sistema tan poderoso? Solos como individuos podemos hacer cosas, pero la máquina es demasiado poderosa, por lo que en realidad llegaríamos a una sensación de conciencia limpia “Como yo hago lo que puedo no puedo hacer más”. Es una paradoja en realidad, un círculo vicioso, “Me voy de voluntario dos meses a África y vuelvo como nuevo”, por supuesto irse a África dos meses es un acto muy generoso, admirable, pero ¿Vale la pena? ¿Pensando en global? Me temo que no, aunque hay que seguir haciéndolo, por supuesto.
Esta reflexión en realidad no va a valer para nada, es una pataleta que se va a perder en la nube de RRSS o en este blog, sin más…..no es más que una reflexión personal, como las miles que hay a diario en estos días, muchísimo más profundas y prácticas que la mía. Yo solo espero que en lo personal tenga cambios, aunque no valgan para nada más que para tener esa sensación de conciencia limpia, pero si me gusta pensar (o necesito pensar) que como yo va a haber muchos cambios en las personas, quizá con muchos cambios, de un modo orgánico, se llegue a esa revolución global. Ahora desde luego hay una oportunidad única, parece mentira que haya tenido que venir esta pandemia para despertar, aunque sea un poco.
En realidad no he dicho nada que no sepamos ya tod@s.
No aprendemos, la individualidad sigue preponderante ante el bien común, no es una imagen que invite al optimismo. No vale agarrarse al descuido.
En este día que me está resultando muy reflexivo, pesimista, decido salir a hacer fotos, es mi vía de escape. Los caminos se ven tristes y vacíos, no tienen vida, pero siguen ahí, abiertos.
Juan me prepara el pescado con mimo, Rashid atiende con fronteras, al igual que Carmen Estela y Paloma, pero no pierden la sonrisa, tampoco Eva, siguen al pie del cañón. Los comercios son gabinetes de psicología, comprar es la excusa, hablar es el fin, charlas cortas, sinceras, a corazón abierto. Durante el cuarto de hora que estoy en la farmacia charlo con todas las personas, mientras tomo fotos, sus experiencias con la ansiedad y sus consecuencias son las protagonistas, les entiendo, la empatía está a flor de piel.
La distancia de seguridad, la que nos une
Cerceda
Vuelvo a casa, lo que comenzó siendo un día nublado se ha despejado, compartiré este grito del que quiere despertar de un mal sueño.
5 de abril
Cada 10 días llevo comida y medicinas a mis padres, ambos en edad de riesgo. En este viaje también llevé un libro de París. A mi padre se le ilumina la cara cuando habla de París, el salió de la España de la posguerra para trabajar de mecánico en la ciudad, donde estuvo cuatro años viviendo, siempre me cuenta que ha sido una de las mejores etapas de su vida.
Le alegrará recordar esos tiempos.
Les dejo la comida en la puerta, por minimizar cualquier riesgo. Hace unos días me enteré que mi padre había salido a la farmacia, sin máscara ni guantes, pese a mis advertencias el sigue pensando que esto no es para tanto. Mi padre tiene 88 años, tenía 4 cuando estalló la guerra civil y me ha contado muchas historias, tanto del final de la guerra, que recuerda en retazos, como de la posguerra, que sí tiene muy presente. Imagino que habiendo vivido ya situaciones duras ésta no le resultará tan grave. Pero para los que no hemos vivido ninguna guerra sí lo es.
Le dejé claro por que no debía salir, pero no sé si me hará caso.
Un cartel apresurado - Ojalá nos vemos pronto
Caminamos.